fotografiar ¿para qué?


Por: Julián D° Bernal

► Aquella época en que hacer fotografías requería de un artefacto incomodo y por supuesto muy costoso --el juguete de los ingeniosos, los ricos y los obsesos—parece, en efecto, muy remota de la era de elegantes cámaras de bolsillo que induce a todos a hacer fotos. Las primeras cámaras, fabricadas en Francia e Inglaterra a principios de la década de 1840, solo podían ser operadas por inventores y entusiastas empíricos. Como entonces NO había fotógrafos profesionales, tampoco podía haber aficionados, y la fotografía no tenía un uso social claro; era una actividad gratuita, es decir artística, si bien con pocas pretensiones de serlo. Sólo con la industrialización la fotografía alcanzó la plenitud del arte. Así como la industrialización concedió utilidad social a las operaciones del fotógrafo, la reacción contra esos usos reforzó la inseguridad de la fotografía en cuanto al Arte.

► Recientemente la fotografía se ha transformado en una diversión casi tan cultivada como el sexo y el baile, lo cual significa que la fotografía, como toda forma artística de masas, no es cultivada como tal por la mayoría. Es sobre todo un “rito” social, una protección contra la ansiedad y un instrumento de poder.

► La conmemoración de los logros de los individuos en tanto miembros de una familia (así como otros grupos) es el primer uso popular de la fotografía. Durante un siglo al menos, la fotografía de bodas ha formado parte de la ceremonia tanto como las formulas verbales prescritas. Las cámaras se integran a la vida familiar. Según un estudio sociológico realizado en Francia, casi todos los hogares tienen cámara (por no decir que todos), pero las probabilidades de que haya una cámara en un hogar con niños comparado con uno sin niños es del doble. NO fotografiar a los propios hijos, sobre todo cuando son pequeños, es señal de indiferencia de los padres, así como no posar para la foto de graduación del bachillerato es un gesto de rebelión adolescente.

► Mediante las fotografías cada familia construye una crónica (retrato de sí mismas), un estuche de imágenes portátiles que rinde testimonio de la firmeza de sus lazos. Poco importa cuáles actividades se fotografían siempre que las fotos se hagan y aprecien. La fotografía se transforma en rito de la vida familiar justo cuando la institución misma de la familia empieza a someterse a una operación quirúrgica radical. A medida que esa unidad claustrofóbica, el núcleo familiar, se exterminará de un conjunto familiar mucho más vasto, la fotografía la acompañaba para conmemorar y restablecer “simbólicamente” la continuidad amenazada y el ocaso del carácter extendido de la vida familiar. Estas huellas espectrales, las fotografías, constituyen la presencia vicaria de los parientes dispersos. El álbum familiar se compone generalmente de la familia extendida, y a menudo es lo único que ha quedado de ella.

► El acto fotográfico, un modo de certificar la experiencia, es también un modo de rechazarla: cuando se confina a la búsqueda de lo “fotogénico”, cuando se convierte la experiencia en una imagen, un recuerdo. El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotos. La propia actividad fotográfica es tranquilizadora, y mitiga esa desorientación general que se suele agudizar con los viajes. La mayoría de los turistas se sienten obligados a poner la cámara entre ellos y toda cosa destacable que les sale al paso. Al no saber cómo reaccionar, hacen una foto. Así la experiencia cobra forma: alto, una fotografía, adelante. El método seduce sobe todo a gente subyugada a una ética de trabajo implacable: alemanes, japoneses y estadounidenses. El empleo de una cámara atenúa su ansiedad provocada por la inactividad laboral cuando están en vacaciones y presuntamente “divirtiéndose”. Cuentan con una tarea que parece una simpática imitación del trabajo: pueden HACER FOTOS.

Por: Julián Bernal – Fotografía | todos los derechos reservados. http://julember2000.blogspot.com/ todos los derechos reservados, JuliánBernal | julember2000 | 2010.